Poema que inicia el relato "Trough the looking-glass (Al otro lado del Espejo) 1871".
Child of the pure unclouded brow
And dreaming eyes of wonder!
Though time be fleet, and I and thou
Are half a life asunder,
Thy loving smile will surely hail
The love-gift of a fairy-tale.
I have not seen thy sunny face,
Nor heard thy silver laughter:
No thought of me shall find a place
In thy young life’s hereafter--
Enough that now thou wilt not fail
To listen to my fairy-tale.
A tale begun in other days,
When summer suns were glowing--
A simple chime, that served in time
The rhythm of our rowing--
Whose echoes live in memory yet,
Though envious years would say “forget”.
Come, hearken then, ere voice of dread,
With bitter tidings laden,
Shall summon to unwelcome bed
A melancholy maiden!
We are but older children, dear,
Who fret to find our bedtime near.
Without, the frost, the blinding snow,
The storm-wind’s moody madness--
Within, the firelight’s ruddy glow,
And childhood’s nest of gladness.
The magic words shall hold thee fast:
Thou shalt not heed the raving blast.
And, though the shadow of a sigh
May tremble through the story,
For “happy summer days” gone by,
And vanish’d summer glory--
It shall not touch with breath of bale,
The pleasance of our fairy-tale.
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Niña de pura frente, de mente despejada,en cuyos ojos brilla el asombro de un sueño:
aunque el tiempo, que pasa implacable y veloz
quiera que media vida me aparte de la tuya,
yo sé que tu sonrisa acogerá con gozo
el regalo de un cuento, obsequio del amor.
Nunca he visto tu rostro radiante y candoroso
ni he oído la caricia de tu risa de plata;
y es tan joven tu vida, que al fin no quedará
de mí recuerdo alguno en tu tierna memoria...
¡Pero ahora me basta que quieras escucharme
el fantástico cuento que te voy a contar!
Nació esta vieja historia en días ya pasados,
en medio del bochorno de una tarde de estío...
Era una cancioncilla hecha para avivar
el ritmo despacioso de los pesados remos,
pero sus ecos vibran aún en mi memoria
y ni el tiempo envidioso me los podrá borrar.
¡Acércate y escucha! Ven antes de que llegue
la voz fatal a darnos la terrible noticia
¡y ordene a la muchacha acostarse por fin
en ese lecho negro que tan poco desea!
Ya ves, amada: somos igual que niños grandes
que se agitan en vano a la hora de dormir.
Afuera triunfa el frío, azota la ventisca
y brama la locura del vendaval furioso...
Dentro, el hogar y el nido feliz de la niñez.
Te verás protegida por las palabras mágicas,
para que no te lleguen las ráfagas del viento
y deje de asustarte la tormenta cruel.
Tal vez un sentimiento añore en esta historia
esos "alegres días del estío de antaño" (1)
recuerdo de un verano que ya no volverá.
Pero aunque se perciba la sombra de un suspiro,
no ajará con su soplo infeliz nuestro cuento
ni su gracia encantada vendrá jamás a turbar.
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(1) Son las últimas palabras de "Alicia en el país de las Maravillas"